Jungfrau: Sobre raíles a la cima de Europa

El tren que te acercará a los cielos

Foto: M.M.
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Uno de los trenes más míticos de Europa no recorre grandes distancias, ni une grandes ciudades, ni es un trayecto conocido por haber sido una ruta comercial de principios del siglo XX. Imagina un viaje en tren que te conduce a un lugar situado a más de 3.500 metros de altitud en el medio de los Alpes suizos. Es la subida a Jungfrau, la estación de tren más alta de Europa.

Cuando el ser humano interviene con respeto sobre la magia de la naturaleza, el resultado puede ser un lugar que se acerca a la ciencia ficción. Porque subir al Jungfrau es una de esas cosas para hacer alguna vez en la vida, sobre todo si te gustan las montañas y los trenes. ¿Por qué? Porque vas a estar aquí:

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Foto: Jungfrau.ch

 

¡Quiero ir ahí!

Una vista majestuosa, mágica, innenarrable. Subir al Jungfrau es viajar a uno de esos lugares que te dejan con la boca abierta. Un clímax que estalla cuando sales de esa estación subterránea a la superficie, y ante ti descubres la inmensidad de los Alpes desde el propio corazón de la cordillera. Un lugar donde el silencio de las montañas te atrapa en su propia magia, donde cualquier voz rompe la paz que la naturaleza ha decidido instaurar en ellas. Una sensación única.

La estación de tren más alta de Europa

Antes de nada conviene precisar el nombre del lugar al que viajamos. Jungfrau es el pico (4.158 metros) que está detrás del Jungfraujoch (3.571 metros), nombre del paso entre el propio Jungfrau y su vecino Mönch (4.107 metros). Así que… ¡rumbo a Jungfraujoch!

Allí, sobre este promontorio, se erige la Esfinge (Sphinx), plataforma de visión y observatorio meteorológico al que ascenderemos a través de un tren cremallera en un fascinante viaje que partirá de un precioso valle suizo para terminar dentro en un túnel de siete kilómetros de longitud y a 3.500 metros de altitud. Del verde alegre y florido al blanco más glaciar e inhóspito de Europa.

Otro dato que te dejará helado es que semejante maravilla de la ingeniería se comenzó a construir en 1896, terminándose en 1912. Un prodigio técnico que ya tiene más de 100 años, un sueño hecho realidad que empezó a idearse allá por 1860. En su recorrido de nueve kilómetros (siete bajo túnel) pasamos de los 2.061 metros de Kleine-Scheidegg, a los 3.454 metros de la estación final. ¡Un desnivel de casi 1.400 metros!

Desde que abandonas el tren hasta que sales a la superficie, todavía te quedan más de 100 metros de subida, los que transcurren desde la cavidad donde se encuentra la estación hasta la plataforma exterior de observación. En el transcurso, tiendas, restaurantes y varias salas para conocer mejor el lugar. Y una vez fuera, la magia. No sabrás hacia dónde hacer tus fotos.

El tren a Jungfrau

Suiza es un pequeño país lleno de montañas, pero estas dos características no le han impedido ser uno de los territorios cuyas líneas ferroviarias han desafiado más a la naturaleza. El mejor ejemplo es la red de trenes que se reparte a los pies de Jungfrau, serpenteando por valles y conectando trenes y funiculares cremallera pueblos, estaciones de esquí. Unos recorridos que parten de la famosa ciudad de Interlaken, en la parte más baja de la región.

La red de Jungfraujoch conecta varias líneas, por lo que si quieres subir debes organizar tu viaje con antelación en función del punto de partida. El tren que asciende a la cima parte de Kleine-Scheidegg, por lo que deberás ir a este punto para enlazar con el funicular final. Kleine-Scheidegg es un puerto de montaña que cuenta con varios hoteles, la estación de tren y algunas pistas de esquí bajo la mirada de las tres montañas: Jungfrau, Eiger y Mönch.

En mi caso, estaba alojado en Grindelwald, una localidad situada más abajo en un precioso valle. Un lugar muy recomendable para explorar la zona y desconectar. Desde Grindelwald hay conexión directa con Kleine-Scheidegg, donde enlacé los trenes para subir.

Esta es la red de trenes de la zona:

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Red de ferrocarril del entorno del Jungfrau. Mapa: Jungfrau.ch

 

Como ves, las posibilidades son numerosas, incluso desde Interlaken, la principal ciudad de la región. Sin embargo, tanto si te mueves en coche como en tren, te recomiendo alojarte más arriba y disfrutar del privilegiado lugar.

¿Cuánto cuesta el tren a Jungfrau?

¡La gran pregunta! Advierto que es una gran inversión, muy alta, pero la recompensa es infinita. Tanto si lo haces desde Kleine-Scheidegg como si empiezas en Grindenwald, el precio del billete es de 152 francos suizos (actualizado a 2018), ¡unos 132 euros por un billete de ida y vuelta en el día! Posiblemente sea el tren más caro por kilómetro recorrido del mundo.

Hay un pequeño truco que aproveché cuando subí a Jungfrau. Los primeros trenes de la mañana tienen un pequeño descuento (el llamado Good Morning Ticket) que rebaja el billete a 135 francos (117 euros). Eso sí, solo aplica a los trenes que salen a las 8 y 8.30 de la mañana desde Kleine-Scheidegg y regresar, como muy tarde, en el tren de las 13.13 horas.

En mi caso, al alojarme en Grindelwald, tuve que coger el tren de las 7.15 de la mañana para estar en Kleine-Scheidegg a tiempo de enlazar con el funicular de subida. Un esfuerzo en dinero y sueño que mereció la pena.

Puedes consultar horarios y todos los tipos de billetes en la web oficial de Jungfraujoch.

Top of Europe: Jungfrau, Eiger y Mönch

Jungfrau se hace acompañar del eslogan Top of Europe. Pero como bien sabes este no es el techo del continente. Aún así, estamos ante un lugar mítico donde tres montañas mandan en la región. Son Jungfrau, Eiger y Mönch, es decir, la Virgen, el Ogro y el Monje. Tres hitos del montañismo y de los Alpes, en una de las zonas más bellas del mundo.

Jungfrau Eiger
Kleine-Scheidegg con los picos Eiger, Mönch y Jungfrau al fondo.

 

Si te gusta la montaña, aunque solo sea por los paisajes, este es tu lugar. Experiencias para grabar en la retina, cimas míticas, pueblos, trenes, valles, estaciones de esquí y mucho más.

Aletsch: el glaciar más grande de Europa

Pero por si no fuese suficiente, subir al Jungfrau esconde otra maravilla suiza entre sus vistas. Porque desde lo alto contemplarás la inmensidad del glaciar Aletsch, el más grande de Europa: una lengua blanca de 23 kilómetros de largo que te atrapa solo con mirarla. ¿Qué habrá al otro lado? ¿Lo cruzará alguien?

La inmensidad es tal que incluso da miedo. Entonces te detienes a observar si algún loco ha bajado desde donde te encuentras hasta el glaciar. Incluso podrías coincidir con ver a alguna persona allá abajo. Porque, pese a lo que pueda aparentar, es posible recorrer el glaciar Aletsch sin ser un experto montañero.

Hay rutas organizadas de dos días de hiking con noche en el refugio Konkordia (Konkordiahütte), gestionado por el Club Alpino Suizo. El albergue se sitúa en la plaza de la Concordia (Konkordiaplatz), el punto de encuentro de los cuatro pequeños glaciares que dan pie al inicio del glaciar Aletsch. ¿Quieres un anticipo? Compruébalo gracias a su webcam.

aletsch konkordia
Cae la noche sobre el glaciar Aletsch y el refugio Konkordia (imagen webcam Konkordia).

 

La experiencia la puedes encontrar en web de Grindelwald Sports, solo está disponible entre junio y octubre, y tiene un coste de casi 500 francos suizos (más de 400 euros). Por supuesto, Aletsch forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco.

Algunos de los pueblos más bonitos de Suiza

Pero la región que rodea al Jungfrau es mucho más. Pueblos merecedores de una parada con calma, de esos que transmiten paz y sosiego. Vayas en coche o en tren (Suiza tiene una fantástica red ferroviaria), visítalos. Estás en el famoso Oberland Bernés.

Grindelwald: el lugar donde quedarse

Grindelwald es uno de los principales pueblos cercanos a la subida a Jungfrau. Vive enclavado en una zona de media montaña, con nuestro triunvirato de montañas provocando un constante juego de sombras sobre el valle. La mítica pared norte del Eiger, famosa entre los escaladores, impone su ley sobre la pequeña localidad.

Y sí, Grindelwald es el típico pueblo de casitas alpinas, muchas de ellas pequeños y encantadores hoteles. Como la escena de un cuadro, se dispersan a lo largo de un territorio verde tan solo recortado por la serpenteante vía del tren cremallera.

En verano es un lugar perfecto para practicar el senderismo, con más de 300 kilómetros de sendas y multitud de paisajes de agua, montaña y vegetación.

Lauterbrunnen: el pueblo de las cascadas

Lauterbrunnen significa solo fuentes. Y es que en esta maravilla de lugar se cuentan hasta 72 cataratas que caen desde las diferentes paredes de roca del valle. La más famosa, la Staubbach (Staubbachfall), con sus 300 metros de caída desde una gloriosa pared que encierra al pueblo. Una de las cataratas más grandes de Europa.

Sin duda, Lauterbrunnen es una de las visitas obligadas a la región. Otro paraje espectacular que entremezcla uno de los valles más bonitos de Suiza, de auténtico color verde, solo salpicado por hermosas casas de madera. Mirar a las alturas solo nos sirve para descubrir una cascada tras otra, así casi hasta el infinito. El murmullo constante del agua que cae amenazante no es más que la meticulosa sincronización de la naturaleza.

Pero si hay una catarata indispensable, esa es la Trümmelbachfälle. Por si la naturaleza no nos hubiese dado lo suficiente, aquí nos aguarda el espectáculo final. Una concatenación de cataratas interiores que se abren paso por la montaña en una caída sin igual. Agua en estado puro a un ritmo de 20.000 litros por segundo. Y un ruido ensordecedor. [más información]

lauterbrunnen cascadas
Lauterbrunnen con una de sus características cascadas.

Wengen: el pueblo al que se llega en tren

Si estás en Lauterbrunnen verás otro pueblo un poco más arriba. Es Wengen y solo podrás acceder a él en tren. Un cremallera te llevará allí desde la estación de Lauterbrunnen en un trayecto pensado para superar la pendiente. Comprobarás así la vital importancia que esta red de pequeños ferrocarriles tiene en la región.

Wengen es mundialmente famosa por una pista de esquí: Lauberhorn. Aquí se disputa una de las pruebas más famosas y antiguas de la Copa del Mundo de esquí alpino. Una indispensable del esquí cuya meta está a los pies del pueblo, en una clásica imagen de cada invierno. Es la pista de descenso de competición más larga del mundo, con 4.455 metros de longitud y más de 1.000 metros de desnivel.

Mürren: mi nombre es Bond, James Bond

Siguiendo el valle de Lauterbrunnen hacia el sur llegamos a Mürren, otro de los pueblos simbólicos de la zona del Jungfrau. De nuevo, otro idílico pueblo de casas de madera sobre un hermoso manto verde. Tan verde que ni las carreteras llegan a él, por lo que de nuevo el funicular y el teleférico serán tus vías de acceso.

Pero Mürren esconde algo más en las alturas. Con un viaje de media hora de teleférico pasaremos de los 894 metros de Mürren a los 2.970 metros del Schilthorn, uno de los escenarios de James Bond Al Servicio de Su Majestad. Allí se sitúa el restaurante giratorio Piz Gloria, en un majestuoso balcón de 3.000 metros de altitud con una vista impagable e insuperable. Desde el trío Jungfrau-Eiger-Monch, hasta la Selva Negra, los Vosgos e incluso el Mont Blanc. Una atalaya mágica en el corazón de los Alpes. Y si eres muy de 007, el Bond World te espera allí.

Interlaken

No podemos omitir la principal localidad de la zona, Interlaken. Una pequeña ciudad situada en la entrada al mágico mundo del Jungfrau. Un buen lugar para establecer tu base de operaciones, bien conectada con los transportes y con todos los servicios. Como su nombre indica, Interlaken se sitúa entre dos lagos y ejerce de capital de esta área con más de 45 ferrocarriles de montaña, funiculares y teleféricos, 200 kilómetros de pistas de esquí y muchas, muchas actividades.

Como ves, acercarse a la magia del Jungfrau es hacerlo al paraíso. En verano o en invierno, un momento único e imperdible para todo buen viajero. Probablemente sea uno de los paisajes de montaña más bonitos de Europa. Una puerta a un lugar donde la naturaleza ha sabido esculpir y el hombre ha sabido respetar.

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