Tras días de periplo en coche por Albania, tocaba llegar a su capital, Tirana. La historia nos acompañaba desde nuestra llegada a Saranda, cuando destapamos el silencio que sucumbe a este país tras décadas de aplomo y dictadura paranoica. ¿Qué nos podía esperar en Tirana? Tenía una sensación extra de curiosidad, la capital de un país que ha permanecido oculto, aislado, a apenas dos horas de avión del corazón de Europa.
¿Qué esconde la capital del país otrora más cerrado y autárquico de Europa? Qué arquitectura, qué museos, qué mezquitas e iglesias nos depararán, qué ambiente, barrios, bares, tabernas y restaurantes. Tan cerca de casa y tan lejos, mucho, de saber algo de él.
Llegamos a Tirana en coche, procedentes de la histórica ciudad de Berat. ¿Se acabaría la Albania plácida y bonita? Como sucede en las capitales de los países del este de Europa, la entrada en Tirana fue un caos. La autopista desembocó en varias avenidas plagadas de tráfico, obras, claxons, desorden. Estrés al volante que tocó solventar con paciencia y temple.
Entregamos el coche en la agencia de Eurocar (que no Europcar) de la calle Ibrahim Rugova, muy cercana a la plaza de Skanderbeg. Se acababa aquí el road trip albanés. Tras un breve paso por el hotel, el rumbo estaba claro. Un simple City Center centralizaba el pequeño mapa de papel lo que para los albaneses es el corazón de su capital: la plaza de Skanderbeg. Un nuevo homenaje al héroe nacional.
En este post descubrirás...
¿Qué ver en Tirana?
No esperéis ver una ciudad llena de monumentos insignes. Tirana hay que vivirla de otra manera, pensarla de otra manera. Una ciudad plegada a uno de los regímenes dictatoriales más férreos y autárquicos que se conocieron, el de Enver Hoxha. Una capital de un país cerrado al mundo, hasta tal punto que en Tirana había una zona restringida al pueblo hasta finales de los años 80.
Hoy, la decadente y caótica Tirana se combina con los nuevos aires que la acercan a Europa, un proceso que debe de ser eterno para los albaneses, siempre tan cerca pero, también, siempre tan lejos.
La Pirámide de Tirana
¿En qué ciudad europea podría haber una pirámide -sí, pirámide- en pleno centro de la ciudad? El origen de tal horror estético fue la intención de la hija de Hoxha de construir un museo con el legado del dictador tras su muerte en 1985. Curiosamente, Prandera Hoxha era arquitecta.
Con la caída del comunismo en 1991, la pirámide cesó como museo de Hoxha y pasó a tener diferentes usos: centro de conferencias y exposiciones, base de la OTAN durante la Guerra de Kosovo e incluso sede de un canal de televisión, que todavía ocupa parcialmente el edificio. El resto sigue abandonado y en estado ruinoso.
Tras unos días de visita por Tirana, creo que la pirámide es, sin duda, su hito más relevante por la curiosidad que lo rodea. En mi opinión debería ser derribado, estéticamente es un espanto y es un foco de peligro: muchos suben por su pendiente para luego deslizarse por ella desde lo más alto.
Dudo que muchos albaneses tengan aprecio a la pirámide, lo desconozco. Todo apunta que el futuro de la Pirámide de Tirana será la conversión en un centro tecnológico, tras muchos años de debate sobre su reforma o demolición definitiva.
La plaza de Skanderbeg
Una plaza para un pueblo. La plaza de Skanderbeg es el verdadero corazón de Tirana, un gran área de 40.000 metros cuadrados peatonales que preside la estatua de 11 metros del héroe nacional Skanderbeg junto a la bandera albanesa.
La plaza es de tal tamaño que congrega edificios monumentales como el Museo Histórico Nacional, el Palacio de la Cultura (que integra la Ópera y la Biblioteca Nacional), el Banco Nacional, la Mezquita de Ethem Bey, la Torre del Reloj, el Ayuntamiento, varios ministerios y un hotel de lujo.
La reciente reforma y peatonalización de la plaza la han convertido en el símbolo de la nueva Tirana, un gesto más de la europeización que persigue el país. Donde antes se erigían Stalin y Hoxha, ahora hay fuentes, jardines y espacios para el encuentro.
El Museo Histórico Nacional
Un gran mosaico de las glorias albanesas se alza en el frontispicio del Museo Histórico Nacional de Albania. Su nivel de detalle y su tamaño impactan desde el centro de la plaza de Skanderbeg, en fiel contraste con el característico estilo racionalista del resto del edificio. El mosaico se llama Los Albaneses e interpreta la historia del país como el de una lucha constante frente a cualquier adversidad, desde la antigüedad hasta los tiempos modernos.
En su interior, el museo alberga un verdadero recorrido por la historia de Albania. Impactan joyas del pasado procedentes de ciudades de la antigua Iliria como Apollonia, en especial las impresionantes esculturas o varios mosaicos con más de 2000 años de antigüedad. O los espacios dedicados a la Edad Media, que nos servirán para conocer un poco más al héroe Skanderbeg que lideró la lucha albanesa ante la ocupación Otomana.
Pero, sin duda, el museo es también un símbolo iconográfico y patriótico del nacimiento de Albania como país independiente. La Declaración de Independencia, la bandera nacional, el Renacimiento Albanés, la lucha antifascista o la figura de la Madre Teresa, son hitos que nos conducen a lo largo de la sección dedicada a la historia moderna. Y una actualización democrática, el pabellón del Terror Comunista, que describe el oscuro período de 1945 a 1990.
Las escasas mezquitas de Tirana
Al contrario que en otras ciudades albanesas y kosovares, en Tirana no abundan las mezquitas pese a su amplia mayoría musulmana. Apenas ocho, cuando en 1967 se contabilizaron hasta 28. Con todo, uno de los símbolos de la capital es su minúscula mezquita de Et’hem Bey, también en la plaza de Skanderbeg. Fue construida hace más de 200 años cuando Tirana no era más que una pequeña localidad del Imperio Otomano.
El templo es hoy testigo del pasado y de varios episodios históricos. Junto a él se situaban el bazar y la parte antigua de la ciudad, ya inexistentes. Más recientemente, fue símbolo de la represión comunista cuando permaneció cerrada durante la dictadura hasta que, en 1991 en plena caída del régimen, 10.000 personas asaltaron y lograron acceder al templo.
Et’hem Bey rivalizaba en el pasado con la mezquita Sulejman Pasha, la vieja mezquita de Tirana, edificada en 1614. La Segunda Guerra Mundial arrasó aquel gran templo que dio origen a la ciudad. Hoy, Tirana alumbra su nueva Gran Mezquita, solventando así una gran deuda con el Islam. Una vez completada (en 2018 estaba en construcción), será la mezquita más grande de los Balcanes: cuatro minaretes de 50 metros de alto, una cúpula de 30 metros y una capacidad superior a las 4.000 personas. Un proyecto patrocinado, como muchos otros, por la República de Turquía.
Un bulevar con orígenes fascistas
Si la plaza de Skanderbeg es el corazón de Tirana, el bulevar Deshmoret e Kombit (bulevar de los Mártires de la Nación) es el eje de la ciudad. Fue diseñado por Gherardo Bosio, en la etapa de la ocupación italiana de Albania (1939), como Viale del Impero.
Bosio fue el urbanista de referencia de la Italia fascista para Albania, y por sus planos pasaron desde la expansión de Tirana hasta la construcción de edificios como el Palacio Presidencial o la sede del Primer Ministro, todos de estilo racionalista, tan propio de la arquitectura fascista.
El bulevar conecta las dos grandes plazas de la ciudad, Skanderbeg y Madre Teresa, de norte a sur, y alberga diferentes edificios oficiales y de gobierno, la Pirámide y la entrada al barrio de Blloku.
El barrio de Blloku
Albania permaneció décadas cerrada al mundo. Aislada por sus propios gobernantes, con su población abandonada a su suerte, subyugada y sumida en la pobreza de una larga noche de piedra. Todo en un país europeo con salida al Mediterráneo.
Mientras todo eso pasaba, un pequeño barrio de Tirana vivía en una realidad paralela. El área restringida de Blloku (Bloque, literal) alojaba en la exclusividad a los miembros del Gobierno y del Partido del Trabajo de Albania, el Politburó, en una especie de burbuja prohibida al resto de ciudadanos.
Blloku no aparecía ni en los mapas pese a estar en el centro de Tirana.
Hoy, el karma hace que enfrente de la que fue casa de Hoxha se haya instalado la primera cadena de fast-food que llega a Albania (por sus tres siglas la reconoceréis).
Blloku es ahora un lugar trendy, perteneciente a la nueva Albania, aunque sin salirse del caro mundo de las elites que ocupan las exclusivas viviendas de la zona. Como dice un reportaje de la CNN, bailamos por la noche en un lugar prohibido hace apenas 30 años. Bares, clubs, restaurantes de bien, aires de bohemia pija, bombillas de filamento y alguna decoración de toque industrial, ya sabes a qué me refiero. Muy recomendable cenar en el restaurante Era y subir al Sky Bar de la Sky Tower para tomar una copa desde las alturas.
Historias de Tirana
Tras las huellas de Stalin y Hoxha
Además de la Pirámide, el tema de los búnkeres, la sinvergüencería de Blloku y algún otro símbolo, ¿queda algo que nos retrotraiga a la época anterior? Escondidas, en un rincón en pleno centro, a las espaldas de la Galería Nacional de Arte en pleno bulevar, varias estatuas de Lenin, Stalin y Hoxha reposan apartadas.
No sabemos si siguen allí esquinadas por nostalgia, si es una mera humillación a épocas oscuras o, el tópico del país, es que las cosas en Albania van despacio. Aunque tampoco en España podemos dar lecciones en ese sentido.
Por si no las encuentras, te paso la localización en Google Maps.
Bunk’Art, arte en los búnkeres
Ya hemos hablado de los cientos de miles de búnkeres que pueblan Albania. ¿Quién no ha hecho algo en un búnker alguna vez en su vida? A un albanés podrías hacerle esa pregunta; al resto de mortales nos queda visitar alguno de los búnkeres reconvertidos en museos que encontraremos en Tirana.
El proyecto Bunk’Art se divide en dos partes. El Bunk’Art 1 (en las afueras de Tirana) es la reconversión del mayor búnker antiatómico de Albania en un auténtico museo de la historia más reciente, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la época del programa de bunkerización del país. Una construcción pensada para alojar a la elite en caso de ataque nuclear.
Hoxha nunca se quitó ese temor de la cabeza y su obsesión era proteger Albania ante todas las cosas. Se veía solo en el mundo, tras ser repudiado por la propia URSS, Yugoslavia y con China a punto de romper relaciones.
Este búnker equivale a un edificio de cinco pisos debajo de una montaña. Un submundo de proporciones gigantescas con más de 100 habitaciones, numerosas puertas de hierro herméticas, pasillos, aparatos de descontaminación, sistemas de comunicaciones, una gran sala donde cabría la Asamblea Popular albanesa y, por supuesto, una habitación para el dictador con todo lujo de detalles.
Si no tienes tiempo para visitar Bunk’Art 1 en las afueras de Tirana, tienes la posibilidad de conocer el Bunk’Art 2, en la plaza de Skanderbeg. De un tamaño mucho más convencional, se trata del búnker antiatómico que habría prestado servicio al vecino Ministerio del Interior en caso de guerra.
El legado del alcalde-pintor Edi Rama
Décadas de aislacionismo, edificios grises y racionalistas, feos bloques de viviendas comunistas, búnkeres por la ciudad, escasa iluminación, tendidos de cables cruzando las calles, caos de tráfico… No son los mejores titulares para la capital de un país, ¿no? Hasta que llegó el alcalde-pintor. El líder socialista Edi Rama, actual primer ministro de Albania (2019), fue alcalde de Tirana entre 2000 y 2011 y se empeñó en intentar cambiar su ciudad desde la alegría y el optimismo.
El polifacético Rama es todo un profesor de la Academia de Artes, pintor, jugador de la selección nacional de baloncesto e hijo de un escultor en cuyo portafolio figuran incluso estatuas del mismísimo Hoxha. En su juventud promovió reuniones estudiantiles y lideró varios movimientos pro democracia.
Además de trabajos urbanísticos y de naturalización de la ciudad, como la peatonalización de Skanderbeg o la plantación de miles de árboles, sus políticas sobre las fachadas son palpables. Fíjate en el entorno de la plaza: los colores saltan a la vista. Su idea fue tan simple como ingeniosa: pintar las fachadas. Convirtió feos edificios soviéticos en atracciones turísticas, transformó el color en vida, en positivismo y esperanza, logrando que sus habitantes mirasen el futuro con esperanza.
Edi Rama fue nombrado el mejor alcalde del mundo en 2004 por la organización City Mayors.
Free Tour en Tirana
Un país con una historia tan particular tenía que ser carne de free tour. Pese a que el turismo todavía escasea, Tirana no es ajena al fenómeno del tour gratuito y también lo puedes encontrar (Tirana Free Tour). Creo que no había mejor manera de conocer la ciudad que desde el punto de vista de un habitante que sabe lo que pasó allí hace apenas 30 años. Gana tiempo y reserva tu tour gratuito en Tirana aquí.
Junto a las explicaciones sobre las diferentes atracciones turísticas, el interés recayó en el ominoso pasado. Curiosamente, el guía nos sentó cerca de las estatuas de Hoxha y Stalin para hablarnos un poco de la historia más reciente. La ronda de preguntas de la veintena de turistas que asistíamos fue muy directa: ¿Cómo se vivía aquí en la dictadura? ¿Se podía salir del país? ¿Qué propiedades podía tener una familia? ¿Cómo era la prohibición de tener coches?
Entendimos a la perfección ese momento en el que el país revienta y todo vuelve a ser posible. Como abrir una olla a presión, como reventar un globo lleno de aire. Poder ser propietario, poder viajar, comprar un coche, tener una tarjeta de crédito. Poder vivir.
El tour gratis de Tirana parte de la entrada de la Ópera, en la plaza de Skanderbeg, dos veces al día. Una lección de historia en un paseo tremendamente pedagógico.
Dejo Tirana con ganas de regresar algún día pronto. El ver los cambios de una sociedad tan cercana a nosotros con tus propios ojos es un ejercicio en peligro de extinción.
Recomendaciones en Tirana
- Hotel en Tirana: B&B Tirana Smile. Habitación doble con desayuno: 29 euros por noche. Habitaciones prácticamente nuevas y espaciosas, con un desayuno completísimo. A menos de 15 minutos caminando de la plaza de Skanderbeg.
- Restaurante Era. Uno de los más famosos de Blloku. Cena con bebida y postre: 1378 lek por persona (11 euros)