Guía de Edimburgo

La ciudad más mágica que conozco. Historia, misterio y mucha fiesta.

Vista de la Old Town de Edimburgo, desde Calton Hill. Foto: M.M.
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Decíamos en la primera parte del reportaje [Qué ver en Escocia (I)] que Edimburgo es la parte central de un viaje por Escocia. Es una de las ciudades más bonitas de Europa, tanto por su monumentalidad como por el ambiente que se respira en sus calles.

La primera sensación que experimenta el viajero al llegar a Edimburgo es de sorpresa por la fisionomía de la ciudad. La Old Town destaca sobremanera, ya que se configura a lo largo de la inclinada falda de un extinto volcán coronado por el castillo de Edimburgo, principal monumento de la ciudad. Es la denominada Castle Rock. Nada en la ciudad supera a este emblema patrio de los escoceses.

El fuerte nos recuerda la importancia que tuvo este estratégico lugar, desde donde los reyes escoceses dominaban el país. Sobre todo a partir de Robert The Bruce, que en el siglo XIV concedió a la ciudad un fuero especial. El poder e importancia de Edimburgo comenzaron a crecer y sus habitantes se asentaron a lo largo de la ladera del viejo volcán.

El desarrollo de la urbe a lo largo de los años provocó que su expansión obligase a buscar nuevos terrenos sobre llano, hacia un urbanismo acorde con el pensamiento de los siglos XVIII y XIX. Se configura así la New Town, claramente reconocible y físicamente separada de la antigua, como si de una urbe rival se tratase. Casas unifamiliares, plazas, orden y limpieza, frente a la destartalada e insalubre ciudad vieja.

Así se reparte Edimburgo, como dos ciudades frente a frente, con un valle entre ambos como frontera natural. El North Bridge conecta ambos lados, salvando la importante altura elegida por muchos para acabar con su vida. En el fondo del valle, encajonada, la estación de Waverley da servicio a la ciudad, en una estratégica posición para una de las puertas de entrada de viajeros.

Nor’Loch, un lago maldito

Donde hoy está Waverley y los preciosos Princes Street Gardens, siglos atrás se encontraba el Nor’Loch, que comenzó siendo una defensa natural de la ciudad para terminar como una ciénaga donde se acumulaban las aguas residuales caídas desde la Old Town. Un vertedero de aguas inmundas que creció extramuros a lo largo de los años y considerado una zona maldita.

En las ‘aguas’ del loch se practicaban las llamadas pruebas de sumersión a supuestas brujas. Si la acusada flotaba, terminaría siendo culpable. En cualquier caso, el destino no era otro que la muerte, ya que nadie podía salir de aquel apestoso lugar.

En 1763 el Nor’Loch se drenó para construir el North Bridge y comenzar a limpiar y expandir la ciudad hacia el oeste, hoy la New Town. ¿Limpio del todo? Quién sabe, quizás las almas de los que allí murieron siguen en Edimburgo.

Princes Street
Vista de la New Town y el antaño Nor’Loch, hoy los Princes Street Gardens, el monumento a Walter Scott y la estación de Waverley.

Paseo por Princes Street Gardens

Aunque estemos entre las dos ciudades, el entorno de la estación de Waverley alberga algunas atracciones turísticas y varios enclaves que nos permiten conocer un poco más Edimburgo. La propia estación de tren bien merece una ojeada, con su característica estructura.

Los Princes Street Gardens son el eje de la zona. Uno de los principales parques de Edimburgo es hoy un vergel verde donde encontrar un rato para una pausa o, en determinadas épocas, asistir a algún evento cultural. Los jardines discurren a lo largo de Princes Street, uno de los ejes comerciales.

Junto a los jardines se alza el monumento a Sir Walter Scott, uno de los símbolos de la ciudad. Esta característica torre gótica tiene un mirador en su cumbre, a 61 metros de altura, al que se accede a través de una escalera de caracol. Debajo, al nivel de la calle, alberga una estatua del autor de Ivanhoe hecha con mármol de Carrara. Es el monumento dedicado a un escritor más grande del mundo.

En los jardines se encuentra también la Scottish National Gallery, principal museo de pintura del país. Con obras que van desde el Renacimiento hasta el postimpresionismo, contiene pinturas de grandes nombres como Rembrandt, Monet, Tiziano, El Greco e incluso españoles como Goya y Velázquez.

Old Town de Edimburgo

Una vez ya identificamos las dos ciudades, pasamos a descubrir la Old Town, el verdadero corazón de Edimburgo. Un laberíntico entramado de calles empinadas y callejones interiores con mucho misterio entre sus piedras. Como ya dijimos, una de las maneras de entrar en la Old Town es a través del North Bridge, que nos conduce hacia el centro de la Royal Mile, la calle más importante de la ciudad.

La Royal Mile es la vía que une el castillo de Edimburgo con el Palacio Real de Holyrood. Como su nombre indica mide una milla escocesa y está compuesta de cuatro partes: Castlehill, Lawnmarket, High Street y Canongate. Es una de las calles más bellas y resume buena parte de la esencia de la ciudad.

royal mile
La Royal Mile.

Decía Daniel Defoe que la Royal Mile es «la calle más bonita del mundo». Y no le falta razón. Recorrerla es retroceder varios siglos e imaginarnos aquel Edimburgo medieval de los closes y la ciudad subterránea. La calle concentra joyas como la catedral de St. Giles, el Mary King’s Close o la casa de John Knox, además de auténticos pubs y tiendas de todo tipo. Y al final, cumpliendo esa milla real, el palacio de Holyrood.

Una ciudad subterránea

El Mary King’s Close es el mejor ejemplo de la ciudad subterránea de Edimburgo. Parte del misterio que nos atrae a Edimburgo se debe a este submundo, pero ¿qué es exactamente? Como hemos dicho, a partir del siglo XVI Edimburgo creció con el espacio muy limitado, al extenderse por la inclinada cresta de un viejo volcán (crecimiento crag and tail). Estas limitaciones dentro de las murallas provocaron un crecimiento en vertical de la ciudad, con edificios de hasta 14 plantas en pleno siglo XVII.

Con el paso de los siglos, para poder crecer intramuros decidieron elevar el nivel de la pendiente a ambos lados de la Royal Mile, dejando así bajo tierra las plantas bajas de los edificios. Los viejos callejones terminaron sepultados por los edificios que crecían por encima, como el ayuntamiento o el Royal Exchange. Esos callejones son los llamados close que verás por la Royal Mile, lúgubres pasadizos de apenas dos metros de ancho.

old town
Cockburn Street, en la Old Town.

Evidentemente en esta parte de las casas acabaron las clases más pobres, mendigos, enfermos o prostitutas, un húmedo lugar sin luz natural, aire fresco ni acceso al agua, 25 metros bajo tierra. Allí terminaban los residuos de las plantas nobles, por lo que estos bajos se convirtieron en un foco de enfermedades, con ratas y pulgas circulando sin cuartel. La peste de 1644-45, que llegó vía el puerto de Leith, encontró aquí su caldo de cultivo y acabó expandiéndose por todo el país.

Por ello, por todas esas inocentes víctimas que murieron en estos bajos, Edimburgo ha acrecentado su mito fantasmal y parapsicológico. Caminar por los closes es acordarse de las miles de personas que aquí murieron, cuyas almas, quizás, siguen allí arrinconadas…

Conoce en este reportaje del Canal Historia más acerca de la ciudad subterránea de Edimburgo.

El South Bridge y Cowgate

Si te fijas en el mapa de la ciudad, verás que muy cerca hay una calle denominada South Bridge (puente sur) y podrás pensar que tal puente no existe como tal. De hecho, sólo verás un arco sobrevolando la ciudad, sobre la calle Cowgate. Realmente el puente tiene 19 arcos y todos están bajo tus pies. ¿Qué pasó?

La ciudad comenzó a crecer hacia fuera tras la apertura de este y otros puentes en el siglo XVIII, y los comerciantes se establecieron sobre el South Bridge. Al poco, construyeron sus casas junto al viaducto tapando los arcos, por lo que varios pisos quedarían por debajo del mismo. Las cámaras interiores bajo los arcos albergaron desde negocios hasta destilerías clandestinas, en la época en la que el whisky pasó a tener un impuesto muy elevado. El contrabando había tomado el interior de South Bridge.

south bridge
El South Bridge está oculto bajo los edificios salvo en uno de sus 19 arcos.

La mala construcción en torno al puente terminó echando a los residentes y las galerías se convirtieron en la nueva ciudad subterránea de tabernas, burdeles y vagabundos sin ley donde la policía jamás entraba. De nuevo, un lugar tomado por la insalubridad y la muerte. Las cámaras se limpiaron no hace muchos años y hoy están cerradas al público, aunque parte de ellas sí abren para algunos tours. Los vaults de South Bridge están considerados el lugar más embrujado de Escocia.

La calle paralela al sur de la Royal Mile es Cowgate, justo bajo el arco del South Bridge. Si te gusta la noche, ésta es tu calle, sobre todo en agosto durante las tres semanas que dura el Festival de Edimburgo. Muchos locales abandonados abren en esas semanas, algunos, por cierto, forman parte de los vaults. Entre los permanentes, The Three Sisters o el Bannerman’s son indispensables.

El cementerio de Greyfriars

Desde uno de los extremos de Cowgate accedemos al cementerio de Greyfriars, uno de los más misteriosos del mundo. Allí está enterrado George bloody Mackenzie, abogado del rey Carlos II y responsable de la persecución a los covenanters, un grupo de presbiterianos revolucionarios del siglo XVII. Dicen que su fantasma ha actuado causando heridas en algunos visitantes del cementerio. De hecho, una parte del camposanto está cerrada por orden municipal. Es la cárcel de los covenanters, donde Mackenzie encerró un millar de estos protestantes y que terminaron pereciendo allí.

La curiosidad hace que el mausoleo de Mackenzie esté situado a apenas unos metros del lugar donde hacía justicia. Se sabe que un vagabundo entró en el mausoleo para resguardarse y terminó viviendo una experiencia paranormal. Algo tiene esta ciudad…

Covenanters
La prisión de los Covenanters, en el cementerio de Greyfriars.

Otro personaje indispensable de Greyfriars no es ni humano ni fantasma. Es Bobby, el Skye Terrier que esperó en la tumba de su amo, el vigilante del cementerio, durante un año hasta que terminó muriendo. Verás su estatua ante la entrada principal del recinto, junto a un pub del mismo nombre.

Por cierto, este cementerio es donde acostumbraba a pasear JK Rowling y muy cerca están tanto el café donde escribió Harry Potter (The Elephant’s House) como el famoso colegio (George Heriot) en el que se inspiró.

Ya sabéis que los cementerios son muy importantes para la cultura celta y que son lugares abiertos e integrados en la vida diaria de escoceses e irlandeses. ¡No dejéis de visitarlos!

¿Qué ver en la Old Town de Edimburgo?

  • Castillo de Edimburgo: el símbolo de la patria escocesa, la casa de los reyes de Escocia y hoy principal monumento de la ciudad. Pese a su elevado precio, toda visita a Edimburgo requiere pasar por su castillo. Es una lección de historia, podrás ver la famosa piedra del destino, entrar en la cámara de las joyas de la corona escocesa, presenciar el cañonazo a la 1 de la tarde (¡servía para dar la hora!) y contemplar magníficas vistas de la ciudad.
  • Catedral de Saint Giles: además de sus vidrieras y la estatua de John Knox, una de las partes más veneradas es la Capilla del Cardo, perteneciente a la Muy Noble Orden del Cardo, símbolo escocés. Una curiosidad dentro de la capilla, busca al angelito que está tocando una gaita.
  • Merkat Cross: antiguo lugar de mercadeo, en este lugar se hacían desde anuncios hasta ejecuciones. Es un monumento habitual en muchas ciudades escocesas.
  • Mary King’s Close: el único close que podrás visitar en modo turístico, con guía y bien ambientado. Es de las atracciones turísticas mejor valoradas.
  • Cementerio de Greyfriars: queda todo dicho 😉
  • Grassmarket: antiguo mercado, esta plaza era el lugar para las ejecuciones públicas. En el suelo encontrarás una pista y dos pubs te harán entender muchas cosas… (ver siguiente sección)
  • National Museum of Scotland: un genial museo que repasa la historia del país y del mundo, desde la época de los dinosaurios hasta un repaso por los avances de la ciencia y la tecnología. Podrás ver a la auténtica oveja Dolly (es escocesa) o un motor Watt original. Y desde la terraza superior, otra vista más de la ciudad. La entrada al museo es gratuita.
  • The Scotch Whiskey Experience: si quieres empaparte de la bebida nacional escocesa y no te da tiempo a visitar una destilería, este museo puede ser una alternativa.

 

Pubs con historia

  • The Last Drop: como su nombre indica, aquí acudían los condenados a la horca en Grassmarket, la plaza que hay delante del bar. El último trago es todo un derecho.
  • Maggie Dickson’s: en honor a la joven que pasó por la horca en Grassmarket y logró salvar su vida. Ahorcada por brujería, se removió de su ataúd cuando era transportada por el enterrador.
  • Royal Mile Tavern: en plena Royal Mile, un buen lugar para introducirnos por la gastronomía escocesa. ¡Atrévete con el haggis! Y por la noche, la música en directo nunca falta.
  • Whiski Bar: una carta con más de 300 whiskies de malta debería ser razón suficiente para echar un trago aquí. Además, música en directo todos los días y buenos platos, como carne escocesa, salmón, lubina, el clásico fish and chips y un excelente haggis.
  • The World’s End: un lugar auténtico, allá donde terminaba la ciudad y comenzaba el fin del mundo. Buena comida también.
  • Whistlebinkies: un clasicazo de la noche edimburguesa. Música en directo todas las noches y entrada gratuita. Los lunes hay Open Mic para los más atrevidos. Un bar único e imprescindible.

 

Recomendaciones en la Old Town

  • ¡Haz un tour de misterio! Una experiencia única en el mejor lugar posible. Hay muchos y buenos. Mercat Tours, los archiconocidos New Europe o los chicos de Viajar por Escocia, todos son de muy buena calidad y te harán pasar un buen rato.
  • Pubs y música. Esto no es sólo patrimonio de Irlanda. Reserva un par de noches para ir de bares, conocerás mejor la simpatía de los escoceses, gente muy festiva, alegre y muy cercana.
  • Cerveza. No todo es whisky en Escocia. ¡Tómate una Innis & Gun! La rica cerveza local que verás en todos los pubs.

 

New Town de Edimburgo

Tras tanta magia escondida merecemos un respiro. Crucemos North Bridge hacia la New Town. Las elites de hace dos siglos diseñaron aquí una ciudad nueva, alejada de la insalubridad e incomodidad del viejo Edimburgo. El desarrollo de la ciencia y del urbanismo en los siglos XVIII y XIX quedan patentes en la trama urbana de la New Town. Calles rectilíneas, plazas, avenidas, jardines, amplitud de espacios, grandes casas unifamiliares, neoclasicismo… Un conjunto ilustrado que también forma parte del Patrimonio de la Humanidad junto a la Old Town.

Un simple paseo nos valdrá para entender el crecimiento de la ciudad en la época de mayor auge de la ciencia, pero también del Imperio Británico. Tres son las grandes avenidas que componen el conjunto: la principal George Street y sus paralelas Queen Street y Princes Street, hoy eje comercial de la ciudad.

Y si quieres visitar un pub curioso en la New Town, pásate por The Standing Order, de la cadena Wetherspoon. Verás que es un antiguo banco e incluso conserva su caja fuerte.

Calton Hill

Al fondo de Princes Street está uno de los lugares favoritos de locales y turistas, Calton Hill. Desde aquí podrás divisar toda la ciudad, el castillo, la Old Town, el Arthur’s Seat e incluso el mar y los famosos puentes del Firth of Forth.

Calton Hill contiene algunos monumentos de interés. El cementerio de Old Calton es destino de muchos tours nocturnos por la ciudad. El monumento al almirante Nelson, esa especie de torreta o telescopio invertido, construida para conmemorar la victoria británica en Trafalgar. La bola en lo alto del monumento alcanza su cénit a la una de la tarde y servía así de señal horaria a los barcos del puerto de Leith. Para acompañar la indicación con sonido, al poco se instauró el famoso cañonazo desde el castillo.

Claro que ni el sonido viaja rápido como para marcar puntualidad ni Edimburgo tiene el mejor clima posible para divisar una pequeña bola desde un barco.

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Uno de los famosos puentes en el estuario del Forth (Firth of Forth).

Otro monumento insigne de Calton Hill es ese partenón a medio construir llamado National Monument, ideado como homenaje a los caídos de las Guerras Napoleónicas. Efectivamente, pretendía ser una versión escocesa del hito de Atenas, pero la falta de fondos dejó así el proyecto en 1829. Los apodos no se hicieron esperar: «la Desgracia de Escocia», «El Orgullo y Pobreza de Escocia», entre otros.

Arthur’s Seat

Un viaje a Edimburgo nunca quedará completo sin una excursión al Arthur’s Seat. Esta montaña de 250 metros de alto está a un par de kilómetros del centro de la ciudad y forma parte de Holyrood Park, junto al Palacio Real y el Parlamento de Escocia diseñado por Enric Miralles.

Arthur’s Seat forma parte del sistema de volcanes que existía 350 millones de años atrás, junto a Castle Rock y a Calton Hill. Aunque no se sabe a ciencia cierta, muchas teorías vinculan su nombre con la posibilidad de que aquí habría estado el legendario Camelot, el castillo del Rey Arturo. Sea o no cierto, la excursión es muy habitual entre los escoceses y ofrece una de las mejores vistas de Edimburgo.

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Vista del Arthur’s Seat desde Calton Hill.

Festival de Edimburgo

La mejor época para visitar Edimburgo es, sin duda, el mes de agosto, cuando tiene lugar el Festival Internacional de Edimburgo. Son tres semanas de pura diversión, actividades culturales en escenarios y en la calle, en una ciudad abarrotada que saca lo mejor de sí para darlo todo.

El programa de festival engloba desde el festival oficial con sus múltiples sedes, al popular Fringe, cuyas actividades son desde primera hora en cualquier esquina: la organización sortea a diario cada trozo de calle en donde el artista actuará en una hora asignada.

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La Royal Mile, durante el Festival de Edimburgo

La joya del Festival de Edimburgo es el Military Tatoo, un espectáculo de bandas de música militares que desfilan por la explanada del castillo. Se trata de uno de los principales eventos del año en el Reino Unido y es retransmitido varias veces por la BBC durante el festival. Conseguir una entrada buena requiere meses de antelación, aunque te puedes conformar con una más sencilla y ver el espectáculo perfectamente.

En el siguiente vídeo entenderás por qué.

 

Es casi imposible que te vayas de Edimburgo en agosto sin habértelo pasado bien.

Espero que esta guía de Edimburgo te haya gustado y pueda servirte en tu próximo viaje. No dudes en escribirme si tienes alguna pregunta o quieres saber algo más. Y no olvides que hay tres niveles en la escala de fenómenos paranormales. En el 1 se escuchan cosas. En el 2, se escuchan y se ven cosas. Y en el tres, se escuchan, se ven y se sienten cosas. Adivina en qué nivel está Edimburgo.

(La Guía de Escocia tendrá su tercera y última parte en un nuevo post en el que hablaremos de un completo viaje por las Highlands, las Tierras Altas)

2 Comentarios
  1. Jesús Gámiz dice

    No solo es una de mis ciudades favoritas, sino que fue el destino de las primeras vacaciones que Rocío y yo pasamos juntos, hace ya -trago saliva- diez años. Tengo muy pendiente una vuelta.

    1. Miguel dice

      Pues sí, ya os toca de nuevo. Id en agosto al festival y pillad entradas para el Military Tattoo

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